Para mí, servir un helado casero es lo más pro que existe. Me hace sentir la Martha Stewart del barrio. ¿Se sienten así?
Ya lo he dicho otras veces, aprender a hacer helado fue un hito en mi vida. Por alguna fantasía mía, era algo inalcanzable, solo apto para cocineros super pro con aparatejos geniales. Se me ocurría que había secretos milenarios para esa textura tan cremosa y delicada.
La verdad verdadera es que hice helado recién cuando me compré la máquina. ¡Qué tontería! La máquina de helados realmente no hace la diferencia cuando la receta y los ingredientes son buenos. Si tienen ganas de tener la máquinola, la compran, pero si no la tienen, que esa no sea la razón para no hacerlo.
Al principio quería sacarme las ganas de los sabores tradicionales. Con las vainas de vainilla que tenía reservadas hice mis primeros postres helados. La ventaja del helado de vainilla es que si no sale taaaan perfecto, siempre sirve para acompañar un brownie o un crumble. Nadie se da cuenta. Después seguí por el dulce de leche y el chocolate, obbbbvio. A continuación empecé a experimentar un poco con otros de mis sabores predilectos: café, flan con caramelo, mascarpone y frutos rojos, almendrado... Es feo que yo me lo diga sola, pero todos salieron de fábula.
Descubrí que hay muchas técnicas para preparar helados caseros y varias preparaciones que sirven de base. En mi recetario El menú navideño de Mala van a encontrar una versión de vainilla que pueden transformar en los sabores que quieran. Sólo digo. Cada base da al helado una textura diferente porque tienen distintas cantidades de agua, lo que genera cristales de hielo en diferentes proporciones. A medida que vayan probando, van a elegir su textura favorita.
Para esta versión, que está inspirada en una receta clásica de Donna Hay, elegí un café guatemalteco que me trajo mi maridismo de una de sus aventuras de lo oculto. Traten de usar un buen café de filtro o espresso para logran una capa de sabor y de aroma extra seductora.
Helado de chocolate y espresso
2 tazas de agua
1 taza de azúcar
1 taza de café muy fuerte
350g chocolate con leche
350g crema de leche
1 pizca de sal
1. En una cacerola, colocar el azúcar, el agua y el café y hervir por unos 20 minutos hasta que empiece a formarse una especie de almíbar. No hace falta que esté espeso.
2. Mientras hierve el almíbar, picar el chocolate en un bowl que tolere el calor y puedan llevar al freezer. A mí me gusta usar una Pyrex.
3. Volcar el almíbar de café sobre el chocolate, dejar reposar cinco minutos y luego mezclar con una espátula hasta obtener una mezcla homogénea, lisa y chocolatosa. Agregar la pizca de sal.
4. Cubrir con film o con la tapa, dejar templar en la mesada primero y luego llevar al freezer. Tiene que estar congelado antes de seguir con el próximo paso. Yo les diría que esperen un mínimo de 3 horas.
5. Van a ver que no endurece como hielo, es más bien una mezcla elástica espesa. Si la prueban les va a resultar super dulce. Colocan toda esta mezcla de chocolate en la jarra de la licuadora y le agregan la crema. También pueden hacerlo con una batidora. Es lo mismo, pero tienen que tener paciencia al principio porque cuesta un poco empezar a integrar.
6. Licuar hasta que se integren por completo y vea una mezcla pálida y aireada. No exageren con el batido porque la crema puede cortarse.
7. Colocar nuevamente en un recipiente apto para freezer y dejar al menos otras dos horas. 2 x 1, aprenden a hacer helado y ejercitan la paciencia.
8. Disfrutar este logro total.
Sobre la textura y el sabor
En Instagram escribí que le daba un 8 en textura, y les digo por qué. A mí me gusta el helado ultra extra super cremoso. Me gusta que se empiece a derretir ni bien lo sirvo y que el resto que que queda en la compotera parezca una crema y no agua. Esta versión queda un poco menos cremosa de lo que a mí me gusta, pero a la vez es muy buena para servir. Quedan bochas perfectas, nunca endurece al punto de no poder servirlo y no es pesado para nada.
El sabor es intenso, no es un heladito de chocolate para flojos. El café sólo intensifica la profundidad y lo convierte en un postre de calidad. Es definido y contundente. Es más, creo que una medida de brandy no le vendría mal.
Me encantaría que alguien lo pruebe y me diga qué le parece. Los leo.//
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