Llamando a todos los anti-pescados porque acá se termina su aversión.
Estoy firmemente convencida de que si no nos gusta, pero realmente no nos gusta un alimento es porque no lo presentaron mal de pequeños. #psicólocatrucha. Ya les conté antes que fui pupila en un colegio de monjas, ¿recuerdan? Bueno, antes de eso, los primeros 6 años de mi vida, los pasé entre mi casa y la casa de mis abuelos, rodeada de cocineros increíbles y jamás dije "esto no me gusta".
En el colegio todo cambió... no quiero sonar malagradecida, pero la comida en tandas grandes no se le da bien a todo el mundo. Demás está decir que la política del colegio era "se come todo lo que está en el plato", y que, a la vieja usanza, eran 3. La sopa solía ser un caldo con arroz o fideos; muuuuy a las perdidas alguna crema de arvejas o choclo y nunca nada elaborado. Eran comestibles, pero no deliciosas. El segundo plato siempre era contundente: polentas, pasta, milanesas... ensaladas no muchas. El postre era lo mejorcito; flan o natilla, fruta o gelatina.
Las comidas eran buenas de calidad, asumo, pero estaban hechas con desgano, faltas de condimentos, a veces pasadas en su punto de cocción, a veces crudas... y lo peor, que aún hoy me molesta es servida sobre un plato frío. Por Zeus, amiguismos, templen los platos. Sirvan comida caliente y que el comensal decida cuán fría la quiere. En fin, les quiero decir que si piensan que algo no les gusta, busquen una buena receta, la hagan con la dedicación del universo, y le den una oportunidad más.
Pescado crujiente con tomates confitados
4 porciones
800g pescado fresco (usé merluzón)
1 cda aceite de oliva
2 bollos de pan seco o tostado
2 cdas de pesto
1 cdta sal marina
pimienta
4 cdas quinoa pop (opcional)
Guarnición
300g tomates cherry
3 cdas aceite de oliva
1 cdta sal marina
2 dientes de ajo enteros
2/3 hojas de albahaca
Empezamos por los tomates. Solo colóquenlos en una fuente para horno con el resto de los ingredientes. Mezclen un poco y lleven a horno medio por 20 minutos.
Para el pescado, pongan a calentar una buen sartén u olla. Si no tienen nada "precalentable", tengan a mano una Pyrex o fuente de cerámica.
Mientras, coloquen en la procesadora el pan, el pesto, la quinoa y los condimentos y pulsen hasta tener migas gruesas. Reserven.
Una vez caliente la sartén, pinten con aceite y coloquen el pescado. Es importante que lo sequen con una servilleta antes. Estas dos cosas garantizan el éxito de la presentación: la sartén tiene que estar caliente y el pescado, seco. Dejen que se dore por 3 minutos.
Coloquen por encima las migas que prepararon antes y presionen para que quede prolijo.
Retiren la fuente con tomates y suban el horno a 200°. Cocinen el pescado por 15 minutos.
Coloquen los tomates alrededor del pescado y viertan el jugo de la cocción por encima.
¡Amíguense con el pescado porque esto es la bomba!
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