Este es un tema que ha surgido mil veces en los posts y en mis cursos de cocina: tenemos la información, tenemos los medios físicos, pero alguna razón no logramos dar ese paso en la dirección del objetivo que queremos.
Se que me tienen fe en muchas áreas, pero en este caso, este contenido no es mío. Este material es resumen de un podcast de una coach que sigo desde hace mucho tiempo y que me ha ayudado a cambiar mi perspectiva o entender situaciones que me causaban (causan) dificultad. Se llama Jody Moore y la recomiendo tanto si están en un camino de autoconocimiento como si tienen ganas de crecer en su negocio.
Escucho estos podcasts casi todos los días; algunas veces no encuentro aplicación inmediata o siento que algo no me suena familiar a la primera. Pero otras veces digo: ¡Por Zeus! Esta mujer me está hablando a mí. Y lo que les puedo decir es que me doy cuenta de la falta de educación emocional que tengo y de cuánto querría haberme formado en este área como lo hice en otras. Para pensar en casa.
El modelo que la coach plantea es: creamos pensamientos en relación a las circunstancias, los pensamientos generan emociones, y las emociones son el combustible de nuestras acciones.
Este es un resumen, pero pueden escuchar el podcast completo en https://jodymoore.com/why-you-arent-taking-action/
Aquí las van las razones por las que no pasamos a la acción:
Convertimos el objetivo en algo demasiado importante o algo sin la suficiente importancia. Por un lado, si no le damos suficiente importancia a algo, no encontramos la motivación para dar el primer paso. Si le damos excesiva importancia y creemos que no hay lugar para el error, quedamos freezados y tampoco actuamos. El punto medio es ese lugar donde sabemos que el objetivo vale la pena, pero tampoco nos convierte en nada menos si fallamos.
Creemos que tenemos que tener ganas de hacer lo que hay que hacer. Brrrr. No tener ganas no es una razón válida para no hacer algo. Reconocer que hay cosas que simplemente tienen que ser hechas es la forma de avanzar. Y precisamente porque hicimos lo que hacía falta, a pesar de las no-ganas, es que podemos sentirnos bien.
Vemos muy a corto plazo. A veces tenemos un objetivo, digamos bajar de peso, y si no bajamos lo que esperábamos en una semana, nos rendimos. Pensamos que no somos buenos, que la dieta no funciona, que bla bla... y obviamos el que las acciones necesitan sumarse para generar resultados.
Volvernos el centro. Cuando nos enfocamos en nosotros en lugar del objetivo surgen pensamientos como "¿y si piensan que no lo hago bien? ¿y si n les gusto? ¿y si me siento mal?" Estos pensamientos nos alejan de la perspectiva de proyecto y nos colocan en un escenario en el que es muy difícil que el cerebro diga "Hagamos esto!" En un negocio, el foco es ofrecer un producto beneficioso para el público; en la paternidad, es ofrecer una experiencia enriquecedora para nuestros hijos, y así sucesivamente. Desde ese lugar podemos planificar para brindar.
Somos indulgentes con emociones como la confusión o la duda. Estas emociones a veces se expresan como si fueran obvias: "Estoy confundido", y la verdad es que uno puede decidir en cualquier momento tomar un camino, hacerse cargo de lo que conlleve y tomar nuevas decisiones.
Miedo al fracaso. Fracasar o ser rechazado tiene que estar entre los posibles resultados de nuestras acciones, pero no tiene que ser una razón para detenerse. ¿Qué hacemos si fracasamos? Aprendemos y volvemos a intentarlo.
No sabemos qué hacer a continuación. Dudar acerca del camino, aún cuando tenemos un plan marcado, es normal. Observar cómo lo hicieron los que son exitosos en el área que nosotros queremos, estudiar casos de éxito, buscar inspiración, son todas respuestas a esta razón para no actuar.
Espero que este breve resumen/interpretación les sirva al menos como puntapié para dar ese paso que puede ser el inicio de esa vida que saben que es posible.
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