¿Sabor? Gooood. ¿Textura? Goooood. ¿Calidad? Goooood.
Soy super fan de la salsa bolognesa. De hecho, es una de mis preparaciones con carne roja favoritas. Después del asado, que sin carne sería una triste parrilla vacía. Me fui del tema. Es esa combinación de mis especias favoritas, la textura rica y reconfortante lo que la hacen aparecer en mi mente ni bien hace un poquín de frío.
En mis historias me habrán escuchado decir que en algunas comidas valoramos el sabor, el otras la textura (o cominación de texturas) y en otras alguna emoción que nos genera... pero no creo que el centro del deseo sea un ingrediente en particular. Digo, uno no dice: "Ayyy... qué ganas tengo de leche de vaca en un helado." o "Sería tan lindo juntarnos a comer carne de vaca dentro de una masa." No. Uno quiere un buen helado o una buena empanada y listo.
En este camino vegetariano que me he visto un poco empujada a transitar, lo que más me obsesiona es preparar platos deliciosos. No necesariamente reemplazos ni imitaciones, si no versiones. Recetas ricas, donde se destaque ese sabor característico de un ingrediente a partir de la combinación de tiempos de cocción y especias. Una comida como debe ser, eso busco. ¡No me van a decir que nunca comieron una pizza, una salsa o una empanada insulsa y sin carácter? No sé si se entiende... cualquier cosa me llaman y lo charlamos.
En fin, dijo Serafín. Denle una oportunidad a esta salsa. Compartan la preparación con sus madres y abuelas, pregunten sobre las sazones tradicionales de sus familias y me cuentan.
Hablemos de la receta
Las super claves de esta receta son dos. Two. Es bi clave. Perdón.
La primera es el sabor. Elijan, de ser posible, hierbas frescas. En las verdus y súperes hay plantitas o ramilletes y cuestan baratinguis. Si les sobra, las secan y las guardan y ESAS son hierbas secas de calidad. De no ser posible, elijan hierbas secas de muy buena calidad. No de marca Carfú (ya saben...). Eso no da sabor a nada y es una pérdida de tiempo. Esas especias truchas suelen ser pastito y arruinan su comida.
La segunda es la textura. Corten las verduras de distintos tamaños, no se obsesionen con el brunoise y el cuadradoise. Si está todo demasiado parejo, se cocina más o menos al mismo tiempo y acá queremos otra cosa. Lo mismo con los tiempos. Pongan todo a la vez para que con los distintos tamaños cada cosa quede diferente.
Salsa bolognesa vegana
2 cdas aceite
1 cebolla
1 puerro
1 diente de ajo
1 zanahoria
1/4 morrón
30g almendras hidratadas
400 g conserva de tomates
1 taza de trigo burgol cocido
1 ramito de albahaca fresca
1 ramita de orégano
Sal y pimienta
1 pizca de bicarbonato
1. Yo usé mi bella olla de barro, ustedes usen la mejor que tengan. Pesada. La olla, no yo.
2. Calienten su olla y agreguen el aceite.
3. Corten la cebolla en cubos irregulares y el puerro en rodajas y agréguenlos. Doren por un par de minutos para tener un buen sabor.
4. Piquen chiquito el diente de ajo y súmenlo a la olla.
4. Añadan la zanahoria que rallaron con el lado grueso del rallador justo detrás del ajo, el morrón y las almendras cortados en trozos irregulares y mezclen un poco.
5. Los tomates los pueden agregar en trozos o procesados. Ahorita.
6. Añadir los condimentos, mezclar y cocinar 12/15 minutos más o menos. Van a ver que el tomate cambia de color, las verduras se van tiernizando y hay un aroma exquisito. En este punto es donde deciden cómo van a quedar las verduras. Si no les gustan las texturas firmes, dejen cocinar un poco más.
7. Prueben y ajusten la sazón.
8. Por último, añadan el trigo cocido y dejen integrar los sabores por unos 5 minutos.
9. Es importante dejar reposar unos 10 minutos antes de servir para que baje la temperatura y los sabores se concentren.
Nosotros la servimos con pasta, con arroz, con polenta, como relleno de canelones... y siempre es un éxito absoluto. Sean veganos o no les recomiendo intentar esta receta sólo por lo genial que es.//
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